Tarros viejos       

En los años 80, cuando yo todavía era un vil estudiante, me dedicaba a reparar equipos de radio, con el fin de ganarme unos pesos, y aprender. En esos tiempos mis pacientes eran los TS-120, TS-130, TS-520, TS-530, FT-101, equipos muy queridos en ese tiempo, por ser buenos, económicos y sencillos. También me llegaban algunos TR-7, FT-ONE, algunos más viejos como los Swan o los Atlas, y a medida que iban saliendo, los TS-430, FT-757, etc. Por supuesto también me llegaban equipos de VHF, como los TR-7850 y muchos más.

Después estuve casi 20 años en el norte, con 100% de dedicación a otra rama de la electrónica, y luego regresé al sur, donde en forma casi automática he recomenzado a reparar algunos equipos nuevamente. Pero me llevé una gran sorpresa: Los equipos que me piden reparar los colegas hoy en día son los mismos TS-120, TS-130, TS-520, TS-530, FT-101, TR-7 y FT-ONE que yo ya reparaba un cuarto de siglo atrás! Me he dado cuenta, con cierto espanto, que los radioaficionados chilenos, en su mayoría, no han renovado sus estaciones en muchísimo tiempo, quedándose con equipos de aproximadamente 1980 y anteriores. Pero mientras en esos años en que yo los reparaba en Concepción eran equipos de actualidad, hoy en día son tarros viejos, de tecnología obsoleta, y que han cumplido con creces su vida útil. Todos estos equipos viejos, sin excepción posible, están llenos de componentes degradados por el paso de los años, que causan un sinnúmero de problemas, algunos marginales, otros grandes. Además la gran mayoría de estos tarros viejos han tenido que sufrir en algún momento de sus largas vidas la exposición a ambientes dañinos, tales como humo de cigarrillo, calefacción a gas o parafina con descarga de los gases de combustión al interior, humedad extrema y condensante, calor extremo (dentro de automóviles estacionados a pleno sol), grandes cantidades de polvo en suspensión causadas por hacer aseo con escoba y plumero, etc. Estas condiciones causan daño extenso y severo en los equipos, sobre todo por corrosión y abrasión de contactos, además de la degradación acelerada de componentes. Y como si todo esto fuera poco, equipos de esa antigüedad casi siempre ya han sido intervenidos varias veces, por varias personas distintas, y no siempre esas intervenciones han sido muy felices.

Entonces en muchos casos he tenido que decirles "no" a los amigos que me piden que les repare su tarrito querido, causándoles dolor, molestia o enojo a algunos. Pero ¿qué puedo hacer? Yo soy electrónico, pero no mago. Puedo reparar un equipo que tiene una falla, o dos o tres fallas también. Pero no tengo el tiempo ni la paciencia para reconstruir completamente un equipo que tiene 357 componentes degradados, y 149 contactos intermitentes, y que además está tan cochino y hediondo que se me revuelve el estómago al trabajar en ellos. Y no se rían, porque esos casos son reales y abundantes! Sin una varita mágica, que con tres pasadas por el aire, acompañadas de una frase en latín al estilo de Harry Potter deje todo perfecto, esos equipos no son reparables. Al menos no al punto de poder dejarlos buenos, con cierta seguridad de funcionar varios años más sin problemas nuevos.

Si alguien me trae un equipo razonablemente moderno, limpio, sin intervenciones previas mal hechas, con una falla puntual, es un verdadero placer repararlo. El trabajo puede tomar una hora si es algo simple, o unas pocas horas si es más complicado. Una vez reparada la falla, el equipo queda tan bueno como nuevo, cumpliendo al 100% sus especificaciones. 

Muy distinto es si alguien me trae un TS-120 que presenta inestabilidad de frecuencia, pantalla intermitente, transmisión distorsionada, autooscilaciones, intermitencias en la llave selectora de bandas, potenciómetros rasposos,  respuesta de frecuencia incorrecta, poca sensibilidad, potencia baja en las bandas altas, tremenda intermodulación, etc. Ya antes de abrirlo, noto que está más golpeado que el tradicional membrillo de colegial, que le falta la mitad de los tornillos, y los que están tienen la cabeza totalmente rodada debido al uso de atornilladores incorrectos, y que está hediondo con una mezcla de olor a humo de tabaco frío y pudrición. Después de sacar las tapas, veo que adentro faltan más tornillos que por afuera, y que está todo cubierto de una gruesa capa de alquitrán de cigarillo, que actuó como pegamento para adherir firmemente 30 años de polvo, y que esta cama de polvo, gracias a la humedad excesiva, ha servido como tierra de cultivo para los hongos y bacterias que le dan el olor a podrido al equipo. Descubro también que todos los contactos, y especialmente los de la llave selectora de banda, están ennegrecidos por el sulfuro además del alquitrán, que hay corrosión severa con cristales verdes formados en todos los cientos de puntos donde están soldados los alambritos, del diámetro de un pelo, de las bobinas de FI, dejando algunos de ellos cortados, y todos los demás a punto de cortarse.    

Una inspección más profunda muestra que la placa del contador de frecuencia está totalmente charqueada, pegajosa, y corroída en extremo, debido a la acción de algún necio que resoldó todo empleando pasta de soldar de gásfiter, seguramente tratando de solucionar por casualidad algún contacto intermitente que no supo encontrar. También se ve que cualquier intento de realinear el equipo está condenado al fracaso, por estar quebrados los núcleos de ferrita de la mayoría de las bobinas y transformadores, demostrando que alguien trató de ajustarlos con herramientas metálicas inadecuadas.

Después de esta revisión, me arranco a tomar aire, para recuperarme después de haber respirado durante 20 minutos esa mezcla fétida de cigarillo y pudrición. Luego tomo aliento, vuelvo, armo el equipo, y le aviso al dueño que prefiero no intentar repararlo, debido al mal estado general en que está, y que en mi opinión ese equipo ha terminado su vida útil. En ese momento vienen las reacciones: Desilusión, pena, rabia, enojo de parte de algunos, pero también comprensión en el caso de muchos colegas, afortunadamente. 

Otra cosa es lo que ocurre después de que les devuelvo esos equipos a los dueños. Para horror mío, la reacción de muchos colegas, cuando les digo que no es razonable reparar su equipo, es: "Ah, que lástima. Entonces lo voy a vender."  ¡Así es, señores! La acción más común en este país, de alguien a quien le dicen que su equipo ya no sirve para nada, no es botarlo, tampoco es ponerlo en un museo. Es venderlo. Total, siempre habrá algún incauto que lo compre. La inmoralidad involucrada en vender algo obviamente inservible no parece ser obstáculo, para algunos colegas. No en el caso de todos, afortunadamente: Hay algunos colegas que dejan en claro que lo venderán a muy bajo precio, a alguien que esté dispuesto a comprarlo a sabiendas del estado en que está. Pero lo más usual es que estos equipos se vendan por buenos pero con "detalles", sin decir que todo el equipo es una sola gran colección de "detalles".

Me ha ocurrido varias veces un fenómeno muy cómico: Rechazo un equipo por estar en el estado arriba descrito, y el dueño se lo vende a otro colega. Luego ese nuevo dueño vuelve a traerme el equipo para su reparación! Yo reconozco que es el mismo equipo que ya rechacé, y le explico lo que ocurrió. Enojado por haber sido estafado, ese colega.... ¿qué creen ustedes que hará?  Pues es simple: ¡Se lo vende a otro colega! Y seguramente adivinarán lo que pasa después: Ese nuevo dueño vuelve a traermelo, para su reparación...   El record , hasta ahora, lo tiene un TS-130 que me lo han traído seis veces, seis dueños distintos, en el lapso de dos años. Ya es para la risa, si no fuera por la gran cantidad de tiempo y esfuerzo derrochado por los colegas en comprarlo, traerlo, llevárselo y revenderlo.

Es taaaan buen equipo!

Los TS-120 y TS-130 tienen la fama de ser muy buenos equipos. Esa fama se la ganaron merecidamente, ya que cuando aparecieron, alrededor de 1980, eran lo más compacto y económico que se podía comprar, y a pesar de ello ofrecían muy buenas prestaciones: Eran totalmente de estado sólido y presintonizados, eliminando la tediosa carga de los equipos a tubo. Tenían muy buena protección contra ROE, haciéndolos muy robustos ante errores y accidentes con las antenas. Eran los primeros equipos en derivar todos los osciladores y también el contador de frecuencia de una sola referencia, de manera que poniendo esa referencia en la frecuencia correcta, quedaba exacta la pantalla en todas las bandas. Su VFO era bastante estable, en comparación a lo que había en la época. Eran fáciles de operar, ideales para radioaficionados nuevos. Su dial daba exactamente 25kHz por vuelta, tenía topes mecánicos, y el equipo tenía un calibrador a cristal; la combinación de estas tres cosas lo hacían un equipo ideal para radioaficionados ciegos, porque les permitía llegar a cualquier frecuencia deseada sin necesidad de ver, usando sólo el tacto y el oído. Y su rendimiento base, tanto en recepción como en transmisión, era muy respetable, al nivel de los equipos mejores de la época que los precedía. En resumen, eran excelentes equipos.

¡Pero eso fue en 1980! Ahora estamos en 2010. Han pasado 30 años. La tecnología ha avanzado a pasos agigantados. Hoy en día ningún equipo usa VFO. El VFO fue reemplazado por sintetizadores con varios lazos enclavados en fase (PLL) ya hacia 1982, prácticamente eliminando el corrimiento de frecuencia, y en los años 90 se incorporaron los sintetizadores directos digitales (DDS), logrando una resolución de sintonía finísima combinada con un bajo ruido de fase. De los equipos de conversión simple con FI baja, como los TS-120 y TS-130, se pasó a los equipos de conversión múltiple con una primera FI en el rango de VHF, lo cual permite cobertura general en vez de operar solamente por bandas. Mientras estos tarritos antiguos tenían una sola etapa de filtraje angosto, a veces seleccionable entre dos o tres anchos de banda, los equipos más nuevos usaban dos o tres etapas de filtraje angosto en cascada, en las distintas FI, siendo cada una de ellas de ancho seleccionable. Esto resultaba en una selectividad muchísimo mejor. Y hoy en día los equipos realizan por lo menos una de esas etapas de filtraje, junto a toda la modulación y demodulación, en un procesador digital de señales (DSP), lo que entrega múltiples beneficios, como anchos de banda contínuamente variables, selectividad extremadamente buena, y funciones anexas impensables en los tiempos de los TS-120 y 130, como la eliminación automática de portadoras múltiples, y la reducción de ruido no coherente. Junto con ésto han ido mejorando la sensibilidad y el rango dinámico de los receptores, tanto como 40 decibeles. En transmisión, mientras los 120 y 130 sólo podían operar a 100 watts PEP de salida, los equipos modernos en su mayoría son capaces de operar a 100 watts continuados, lo cual permite operación en FM, SSTV, RTTY, y diversos otros digimodos, a plena potencia. En resumen, estos TS-120 y 130, igual que los FT-707, FT-7B, los demás de esa época, y todos los equipos a tubos, ya no son buenos equipos. Lo fueron, en sus tiempos, sin duda! Pero hoy en día son tarros viejos, totalmente obsoletos, y aún aquellos que todavía funcionan suficientemente bien ya no pueden competir con equipos de actualidad en cuanto al rendimiento.

El Ford T fue un excelente automóvil, en su tiempo. Más barato que los demás que había entonces, muy sencillo, efectivo, con menos fallas. Fue muy querido, y se vendió en enormes cantidades. Igual que los TS-120, TS-130, FT-101, etc, en su respectivo tiempo. Pero 30 años después, nadie se habría atrevido a decir que un Ford T usado era todavía una buena opción, comparándolo con los autos que existían para esa fecha. ¿No es cierto?

Las tres vidas de un equipo 

Dicen que los gatos tienen siete vidas. Allá ellos. Los equipos de radio, a mi parecer, tienen sólo tres, o quizás debiéramos hablar de tres fases en su única vida.

La primera vida de un equipo de radio es aquella que comienza nuevo, brillante, perfecto, en la punta de la tecnología, recién sacado por primera vez de su caja. Esta vida puede durar unos diez años, pero esa cifra es variable. Depende de la calidad del equipo, y del tipo de uso y cuidados que se le dé. Durante este período el equipo va perdiendo actualidad, de a poco, a medida que salen modelos nuevos, pero sigue siendo bien capaz. En muchos casos no falla en toda esta vida, o si llega a fallar, son fallas puntuales que se solucionan completamente cambiando un componente fallado. Inevitablemente el equipo se va desajustando, por lo que requiere retocar los ajustes una o dos veces a lo largo de esta primera vida, si uno desea que siga cumpliendo sus especificaciones. Aún si no se hace esta mantención, va a seguir funcionando, sólo que con alguna leve degradación en la precisión del dial, algún corrimiento en la respuesta de  frecuencia, etc. Equipos que están en esta primera vida  pueden ser usados por todo radioaficionado, también pueden ser usados en estaciones móviles, para emergencias, etc.

Después de esta primera vida, ya se perdió el aura de equipo nuevo. Pasa a ser un caballo de trabajo. Comienzan a aparecer problemas de equipo viejo: Potenciómetros rasposos, contactos intermitentes, enchufes gastados, degradación de algunos componentes. La mayoría de estos problemillas se pueden remediar, pero ello toma una cantidad considerable de tiempo, y un significativo costo en repuestos. Si no se hacen estas reparaciones, el equipo puede seguir funcionando de alguna manera, en muchos casos, pero con prestaciones cada vez más degradadas. Esta segunda vida de un equipo puede durar otros 10 años, pero también es altamente variable, importando mucho la calidad de los componentes que se usaron en su fabricación, y si ha sido o no expuesto a ambientes corrosivos, húmedos o calurosos. Equipos que están en esta segunda vida quedan muy bien en manos de radioaficionados que son capaces de hacer ellos mismos la mantención y las reparaciones menores, mientras que para los demás pueden ser un dolor de cabeza, demandando más gastos en mandarlos a reparar, que lo que costaría reemplazarlos.
 
El inicio de la tercera vida, o más bien la fase final de la vida de un equipo, queda marcado por el momento en que la degradación de los componentes, o la corrosión generalizada de los contactos, comienzan a hacer estragos. Esto ocurre a más tardar como a los 30 años de antigüedad, si el equipo ha sido usado y guardado siempre en óptimas condiciones, pero en la mayoría de los equipos ocurre antes de esa fecha. Fallan muchas cosas distintas, hay intermitencias surtidas, y el equipo dura poco tiempo entre una reparación y la siguiente. Estos equipos sólo sirven a radioaficionados que son capaces de hacer todas las reparaciones ellos mismos, y que disfrutan haciéndolas. Para quien dependa de técnicos pagados para hacer las reparaciones, estos equipos salen mucho más caros que comprar uno nuevo, ya que a cada rato hay que mandarlos a reparar, y las reparaciones no pueden ser baratas, debido a la gran cantidad de tiempo que se necesita gastar en reparar tantas fallas distintas que les ocurren.   

Lo que pasa en Chile

 En nuestro país tenemos una extraña situación: Existe una gran cantidad de equipos de radioaficionado excelentes, actuales, dentro de su primera vida, que están en manos de personas que no son radioaficionados! Los usan en forma clandestina, en embarcaciones, camiones, fundos, empresas, etc. Yo conozco a dos personas no radioaficionadas que tienen equipos modernos de HF guardados, sin uso, para usarlos en caso de alguna emergencia catastrófica tipo fin de mundo que ellos creen que va a ocurrir. Al mismo tiempo los radioaficionados activos en su gran mayoría siguen revendiendo y recomprando entre ellos los mismos equipos que ya andaban circulando en 1980 y poco después. Tarros viejos, maltrechos, operando malamente, cojeando de una reparación a la siguiente. En VHF se ve un mayor grado de renovación, afortunadamente, pero en HF en nuestro país estamos atrasadísimos. Como será, si muchos colegas que me visitan dicen que yo tengo un equipo moderno! Mi equipo es un TS-450, que al momento de escribir esto ya tiene 18 años de antigüedad, y se mantiene bueno sólo porque yo lo reparo cada vez que le pasa algo. Lleva cuatro reparaciones mayores, dos menores, y seis realineamientos. Sólo dos de esas fallas lo dejaron totalmente fuera de servicio, las demás afectaban sólo algunas funciones, o sólo degradaban algo el rendimiento. Un radioaficionado típico no habría mandado a reparar esas fallas no críticas, y el equipo a estas alturas estaría funcionando con mal rendimiento. Pero si a este equipo lo consideran moderno, quiere decir que estos colegas operan con tarros más viejos que el mío.

Creo que es necesario que en Chile reemplacemos masivamente los tarros viejos por equipos de actualidad, acordes a las demandas de los modos que se utilizan hoy en día. Un equipo de HF nuevo, sencillo, actualmente cuesta bastante menos que un sueldo mensual promedio. Hace varias décadas, un equipo de HF nuevo (de mucho menores prestaciones que uno de hoy) costaba varios meses de sueldo promedio. En esos tiempos era mucho más difícil comprar equipos nuevos, toda vez que los trámites de importación eran complicados también, lo que llevaba a una mayor construcción casera de equipos, práctica que hoy desgraciadamente se ha hecho altamente excepcional. Lo bueno es que hoy en día los equipos son más accesibles que en toda la historia previa, y por ello no hay buenas razones para aferrarse a los tarros viejos y decrépitos que pueblan nuestras bandas.

Por supuesto puede haber razones de índole sentimental, para quedarse con algún tarro viejo. Yo mantengo mis equipos QRP caseros, aunque ya no los uso mucho, y jamás le voy a tomar a mal a CE3AJ que salga al aire con su FERSA, que lo construyó cuando todavía era joven (saquen la cuenta...). En general, es bonito seguir usando equipos históricos, mantenerlos buenos, entretenerse con ellos. Pero no es razonable aferrarse a ellos para todo uso, menos aún en el caso de radioaficionados que por falta de conocimientos (y de la disposición o capacidad para aprender) están obligados a contratar servicios profesionales cada vez que falla algo.  

Yo creo que hoy en día los radioaficionados que tengan suficientes medios deberían usar equipos razonablemente nuevos. Eso crearía un mercado de equipos usados no tan nuevos, pero aceptables y en buen estado, para los radioaficionados que no están en condiciones de comprar equipos nuevos. Y el precio de tarros viejos, como los tan mencionados TS-120 y 130, debería desplomarse, dejándolos para el uso de conejillos de indias para estudiantes de electrónica, o para radioaficionados que quieran dar sus primeros pasos, sin riesgo de romper algo caro, en la reparación de equipos.

En mi modesta pero franca opinión, transar un TS-130 en 200.000 pesos es absurdo. No debería valer ni la cuarta parte de eso, por muy bueno que haya sido ese equipo hace 30 años. Está claro que el libre mercado define los precios, y entiendo muy bien a los vendedores que tratan de sacarle el máximo posible. Ellos están en su derecho, siempre que describan honestamente la condición del equipo que venden. Pero no entiendo a los compradores que están dispuestos a pagar eso por una "joyita" de 30 años de antigüedad, degradada, envejecida, corroída, intervenida, problemática, cuando por poco más del doble se puede comprar un equipo nuevo, recién salido de la fábrica, garantizado, y que tiene prestaciones muchísimo mejores. En apenas unos pocos años el tarro viejo va a consumir más recursos en sus frecuentes reparaciones, que la diferencia de precio con el equipo nuevo. 


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